RŌNIN KARATE KYŌKAI
浪人空手協会
La idea nace en el año 2025, fruto de una pasión compartida que fue gestándose con el tiempo, pero que tiene sus raíces en la infancia. Cuatro amigos, con caminos personales y profesionales bien diferenciados, unidos por un vínculo común e inquebrantable: el amor por el Karate-Do en su estilo Shotokan.
Nos conocimos siendo apenas unos niños, con tan solo 10, 12 y 13 años, y desde entonces el dojo y el tatami se convirtieron en parte esencial de nuestras vidas. A lo largo de ese recorrido compartimos entrenamientos exigentes, torneos, seminarios, viajes y largas conversaciones sobre técnica, filosofía y tradición. Pero también compartimos algo aún más valioso: una amistad profunda que ha resistido el paso del tiempo y permanece tan firme como al principio.
En ese camino hubo, y sigue habiendo, una figura clave para nosotros: nuestro Senpai. En aquel entonces, tenía 31 años, y aunque no siempre contamos con la presencia constante de un Sensei, fue precisamente él quien más nos marcó, nos guio y nos enseñó. Desde el inicio nos inspiró con su ejemplo, constancia, conocimiento y entrega. A pesar de la diferencia de edad o grado, nunca dejó de orientarnos con respeto y exigencia, como un verdadero hermano mayor dentro del dojo. Hasta el día de hoy lo seguimos reconociendo como tal. Su presencia ha sido, y continúa siendo, un faro en nuestro desarrollo marcial y personal.
Aunque la vida nos llevó por rumbos distintos —algunos más cercanos al mundo del Karate, otros explorando nuevas rutas— el espíritu del Shotokan, con su disciplina, respeto y búsqueda constante de superación, jamás nos abandonó. Fue precisamente esa conexión, esa hermandad y ese compromiso con la esencia del arte lo que nos llevó a fundar RŌNIN KARATE KYŌKAI.
Más que una organización, RŌNIN representa una visión. Inspirado en el concepto del guerrero sin amo, pero con principios firmes, nace como una propuesta independiente, honesta y leal a las raíces del Karate tradicional. Nuestro propósito es preservar la pureza del estilo Shotokan, compartir su riqueza técnica y filosófica, y ofrecer un espacio donde cada practicante pueda crecer de forma integral: en cuerpo, mente y espíritu.
Cabe destacar que, con el paso del tiempo, algunos de los miembros optaron por no seguir el camino formal de exámenes y certificaciones, mientras que otros continuaron su formación en diversas escuelas y corrientes del Karate. Años más tarde, al encontrarse sin la guía de un maestro —por razones que no es necesario detallar— surgió la necesidad de crear un espacio abierto para todos aquellos que, como nosotros, desean seguir entrenando, compartiendo y creciendo en comunidad.
Hoy seguimos caminando juntos —ya no como aquellos niños que vestían sus primeros uniformes y portaban cinturones blancos— sino como compañeros de vida, de dojo y de ideales. Unidos por la pasión que nos encontró en la infancia, por la guía de nuestro Senpai y por la convicción de transmitir el verdadero espíritu del Karate-Do a las nuevas generaciones.